Está haciendo frío. Hoy en la noche cuando vine de la universidad, me salió a recibir una perrita de unos vecinos, mi debilidad es alimentar animales así que viendo que la pobrecita andaba en la calle con el frío que hacía no dude en sacarle una taza con comida para perro. En ese mismo instante una anciana de unos 75 años se posó frente a mi puerta y me dijo: "¿tiene ropa vieja que me regale o una limosna? tengo frío" Sorprendido, le dije "no" y cerré la puerta, pude ver por la ventana que se quedó parada frente a la puerta esperando que yo regresara con algo para ella. Por cierto la perrita se asustó con la presencia de la anciana y tuvo que esperar a que se fuera para ingerir su comida.
Ya me había servido las pupusas que iba a cenar y no pude dejar de pensar que si lo que había hecho era lo correcto; es decir, preferí alimentar a una perrita antes que a una anciana. En mi blog ya he escrito una situación hipotética y no dude en afirmar que elegiría a un perro antes que a la gente. En ese artículo escribí que solo soy un misántropo teórico ya que no había tenido la oportunidad de practicar misantropía. Hoy lo hice, y se siente bien.
El día ha estado calido, ha hecho sol. Que conveniente que la pobre abuelita Chepita salga en la noche a pedir abrigo y comida. Ella no lo sabe, pero anda usando ingeniería social en estado puro. Hace una solicitud a la compasión para obtener un botín. Después de todo ¿quién se negaría a ayudarle a una abuelita en esa situación? Yo me negaría, pero 89 personas más hallarían imposible negarse ya que su Dios se los ordena... o algo así. Me dieron ganas de alcanzar a la anciana para pedirle que me cambiara un billete de $20, por cuatro de $5.
Soy un hombre de ideales. Sé que no son los mismos ideales que los suyos, pero a diferencia de usted, yo sí los cumplo.