15.6.11

La desconfianza del salvadoreño

En los ultimos meses me he podido dar cuenta de un detalle que a mí me llamó mucho la atención, ya que demuestra lo enfermos mentales que estamos los salvadoreños. Ya no confiamos ni en nuestra propia sombra, no confiamos en el projimo. Recuerdo que Eduardo Galeano dijo: "El mundo al revés nos entrena para ver al prójimo como una amenaza y no como una promesa, nos reduce a la soledad y nos consuela con drogas químicas y con amigos cibernéticos." Y como siempre los grandiosos cuscatlecos no nos quedamos atras, ya que he realizado una serie de observaciones las cuales debo aclarar sin ninguna base científica, pero que me pueden servir de base para próximas investigaciones que me interse hacer.

El medio donde desarrollé estas observaciones fue en un viaje común en autobus, desde mi casa a la universidad y viceversa. Lo hice en cuestión de un mes con el fín de comparar resultados, a pesar que ya tenía varios meses de haber detectado la anomalía a presentar a continuación. Le presentaré una serie de situaciones y sus resultados respectivos:

Situación 1: Voy con las manos sobre el regazo de mi bolsón en mis piernas, en el autobus, que va lleno de gente.
Si alcanzé a sentarme en un asiento vacio, nadie se sentará junto a mí a pesar de que vaya lleno el autobus, de lo contrario será el ultimo asiento en ser completado. Este comportamiento se debe a que las personas al no ver claramente donde se llevan las manos siente desconfianza de lo que podría llevar en las manos. Como caso específico recuerdo de una vez en que un joven iba directo a mi asiento que era el unico libre y al llegar y percatarse que él no podía ver claramente mis manos, solo se fue parado junto al asiento vacío.

Situación 2: Voy con las manos apoyadas en el asiente frente a mí, en el autobus, que va lleno de gente.
Las personas sin reparo se sientan junto a mí, ven mis manos y eso las hace sentir seguras. Algunas veces hasta puede salir un tema de conversación (yo siempre los ignoro).

Situación 3: Voy con las manos sobre el regazo de mi bolsón en mis piernas, en el autobus, que va con poca gente.
Debido a la poca densidad de personas, cada quien se sienta en un asiento diferente, pero siempre van con un ojo sobre el tipo que lleva las manos escondidas.  Inclusive si usted mueve apenas unos pocos grados su cabeza, todo mundo se pondrá alerta pendiente de qué o a quién usted está viendo.

Situación 4: Voy con las manos apoyadas en el asiento frente a mí, en el autobus, que va con poca gente.
Este caso me ha traído bastante suerte la verdad, ya que en varias ocasiones siempre se sienta una chica junto a mí aunque vayan muchos asientos vacios, y claro, al "honrrarme" con tanta confianza lo menos que puedo hacer es entablar una conversación amena con ellas. De hecho una vez ya era bien noche que regresaba hacía mi casa, y una chica se sube y la mayoría de asientos vacios y el bus con poca iluminación y aún así se sentó a mi lado. Para los casos generales de esta situación, las personas solo se suben y me ignoran.

Expuestas estas observaciones que realizé, concluyo que el salvadoreño promedio usuario de el transporte colectivo padece de un severo desorden entre confianza y desconfianza basandose en un estándar poco practico como lo son las manos. ¡Vamos lector! que a lo mejor si usted alguna vez fue victima de la delincuencia, estoy seguro que ni cuenta se dió y ni tiempo tuvo de fijarse en las manos del pillo.

Para ir finalizando, quiero poner otro ejemplo sobre la desconfianza que prescencié hoy: camino a mi casa han instalado una unidad de cómida chatarra movil de una empresa alimenticia guatemalteca de aves de corral, pude observar que había una pequeña fila, solo eran unas 4 personas, pero no le exagero al decirle que la distancia entre cada persona era de 2 metros. ¿Qué le tenemos asco a las demas personas?, ¿tan delícados nos hemos vuelto? o será que usted está demasiado contaminado de su mente como para distinguir una verdadera amenaza de una simple persona común como usted, quizá usted se vé reflejado en el prójimo y sabe de las cosas que es capaz de hacer.