Llegar a este
punto no fue sencillo. Muchas personas me ayudaron y los recordaré para siempre.
En las siguientes líneas mencionaré únicamente a unos cuantos, y es que, si
mencionara a todos, tendría que escribir un tomo especial solo para ello.
A mis padres,
Ana Marina Castillo de González y Alex González Chinchilla. Son las dos
personas más increíbles que conozco. Han estado a mi lado todo el tiempo y
ellos son la principal razón por la que me encuentro en este escenario.
También le
agradezco a mi hermano Alex Noé, siempre me ayudó puntualmente en cualquier
necesidad que tuve. A mis tíos, Israel y Manuel González, que me apoyaron mucho
todo este tiempo. Más que agradecimiento, le dedico este trabajo de graduación
a mi hermano Leandro Leonel en su difícil jornada.
De los amigos
que conocí en toda la carrera, solamente mencionaré rápidamente a algunos y es
que no acabaría si me pusiera a enumerar detalles: Bayron Villarán, Samuel
Cornejo, Ruth Alfaro, Nelson Villaherrera, Daniel Flores, Jimmy Herrera, Hernán
Gálvez, Javier Alemán, Armando Ramos, Luis Palacios, Alonso Vásquez, Ignacio Flores, Yuri Cruz,
Kevin Argueta, Xochilt Portillo, Santiago Palma y Tony Alvarado. Gracias a
todos ustedes.
En 2012, conocí
únicamente por un mes a una gran persona. Un mes, una semana, un día o una hora
es suficiente para darte cuenta de la grandeza de alguien. En enero de 2013 me
enteré que había fallecido. Yo dije en ese momento, que mi tesis iría dedicada
a su memoria. Ahora cumplo lo que honré en ese día, me refiero a Emerson Cañas.
Compañero olvidado por la mayoría. Una gran persona.
De todos los
profesores que tuve en la universidad, de cada uno aprendí algo bueno. Desde
los del área básica hasta los especialistas de la escuela de ingeniería
eléctrica, pasando por los que nos daban la bienvenida a ese recinto. Empezando
por nuestro asesor de tesis y director de la escuela de ingeniería eléctrica,
el ingeniero Armando Calderón al cual le estaré eternamente agradecido por
habernos dado una oportunidad y creyó en nosotros. A los ingenieros Walter Zelaya
y Marvin Hernández, a los que considero mis amigos. Al ingeniero Wilber
Calderón, que siempre está ayudando a todos los estudiantes de la carrera, gran
docente. También al doctor Carlos Martínez, al cual admiro por su dedicación en
su trabajo.
Finalmente, y no
menos importante, a mis compañeros de tesis Rafael González y Cesar Hernández.
De quienes destaco el profesionalismo con el que trabajamos todo el ciclo.
Tuvimos diferencias, las cuales nunca estuvieron arriba de nuestro interés
colectivo y semana a semana avanzamos sin descansar a pesar de estas. Como
recompensa, en un ciclo académico, concluimos nuestra empresa.
A todos, muchas
gracias.
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