Las habilidades sociales son más importantes que el talento intelectual que alguien tenga. No importa cuánto se conozca, qué habilidad poco común sobresaliente se tenga, pero si no se tiene poder para convencer a las personas de lo que se sabe, eso no sirve para nada.
El vendedor de pan de la esquina, el motorista del autobus de hoy en la tarde, el barrendero de aquel edificio; quizá ellos estén entre las personas más inteligentes del planeta, pero ante una falta de venderse ellos mismos no les quedó de otra que ser un peón más en el ajedrez de la vida.
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