El Salvador, un país de casi siete millones de habitantes, donde más del 90% de estos, vivímos en la pobreza, y sin embargo la mayoría como un coro al unísono ven de menos a los pobres, les llaman: ladrones, violadores, extorsionistas, estafadores, mentirosos, etcetera. Ahora bien, esto tendrá su razón de serlo, y eso es lo que intentaré explicar en este corto artículo.
Vívimos en un país, donde cada vez que encendemos la televisión para ver los comerciales, porque vale la pena aclarar que hoy en día vemos más comerciales que programas, nos damos cuenta que los dichosos anuncios están divididos etnicamente. Por una parte cuando vemos anuncios del tipíco estereotipo de la familia estadounidense, solo aparecen familias salvadoreñas de piel blanca, aparecen en anuncios de restaurantes, residenciales, centros comerciales, hoteles, carros y algunos más. Por otra parte cuando vemos anuncios que en su mayoría son de empleos que no requieren un nivel profesional, solo vemos a gente de piel morena y con ropa sencilla, aparecen en anuncios de: mercados, aparato público, mitines de partidos políticos y algunos similares. Pero esta tendencia se extrapola afuera de la televisión, ya que el otro día recuerdo que venía en el bus, y pasé viendo una gran valla publicitaria donde aparecía el típico hombre morenito, pequeño y gordito, vendiendo café; ¿por qué no ponen a un hombre rubio, alto y delgado vendiendo café con semita?.
Bueno, lo que quiero decir es que los medios de comunicación nos enseñan a etiquetar a las personas, asociamos diferentes rasgos anatómicos a pobreza. Lastimosamente esto no termina ahí y algunas personas asocian la pobreza a los tipos de malhabientes que mencioné al principio de este artículo. Yo soy pobre y por lo tanto mis relaciones sociales las hago con otros pobres, y una vez escuché decir a uno de esos pobres que las personas que viven frente a un centro comercial de las afueras de la capital, son todos unos delincuentes porque viven en casas de lamina y cartón y las han construido a la orilla de una quebrada o río sucio. Sentí pena ajena cuando escuché que esta persona exponía lo que pensaba sobre las personas que viven en casas humildes, y sentí más pena al ver que los demás pobres que lo rodeaban asentían con la cabeza.
Hay una anecdota que cuenta Eduardo Galeano, en "Patas Arriba. La escuela del mundo al revés". Menciona como una vez en Brasil, un hombre negro iba conduciendo un carro de lujo; en eso lo detuvo un policía y lo tuvo por 2 horas interrogandolo ahí en la calle, preguntandole ¿a quién le había robado ese carro?, y le exigía que le confesara, porque un hombre como él no podía ser dueño de tal máquina. Lo triste del caso era que el policía también era un negro. Tal parece que no solo en mi país hay pobres con la cabeza hueca, también los hay en varios países, al menos en Brasil.
Algunas vecez, cuando voy en el bus y voy viendo por la ventana a tanta gente con empleos informales y algunos apenas vendiendo con una bolsa de dulces baratos, me da mucho que pensar porque no podría imaginarme el difícil día a día de todas esas personas. O también a veces que yo voy sentado comodamente en el bus, y se sube una anciana, pero el bus ya va lleno y le toca irse parada, cuando en realidad ella ya no está para ir incomoda en uno de esos vehículos siniestrables. Pero si usted ha leído un poco mi blog, sabrá que a mí no me agrada mucho que digamos la gente, y hay que saber distinguir entre la situación y la persona. ¿A mí me da lastima la situación, o me da lastima la persona?. Si usted es la persona que vende dulces baratos o si usted es la anciana que por su edad debería andar viajando en carro, le notifico que si es así es porque usted así lo eligió. Me da lastima cuando un perro está abandona en la calle, ya que él no es el responsable de su situación sino que fue una persona la que lo abandonó; el perro no bebe y no es imbécil, las personas sí, están en sus situaciones porque tomaron malas decisiones y quizá las acompañó el vicio de el alcohol. Conozco a una persona que ha pasado por momentos muy difíciles en su vida, pero jamás buscó excusas para ingerir alcohol y drogas, y esa persona ahí está cada día prosperando poco a poco. A lo mejor el vendedor y la anciana no aprovecharon las oportunidades que tuvieron. Pero igual, a lo mejor no le compraría un dulce al vendedor, o no le daría mi asiento a la anciana por lo que ya les exploqué antes; pero nunca me atrevería a discriminarlos o a creerme alguien mejor que ellos. Yo simplemente miraría a una persona más.
Desvarié un poco, mis disculpas. Volviendo al tema de que ser pobre no es ser delincuente, quiero agregar también que algunas veces, esos pobres que discriminan pobres no se dan cuenta que los que más roban y más delitos contra la integridad física cometen, son personas que tienen muchas comodidades, conseguidas precisamente por el usufructo. Los pobres que discriminan pobres, esos hipócritas cada vez que ven a un diputado o a un ministro ahí están dandole la mano y felicitandolo por su labor; cuando en realidad es probable que la mayoría de ellos le hayan robado más dinero que todos los ladrones pobres que ha conocido en su vida. Pero si los pobres que discriminan pobres, ven a alguien vestido con ropa desteñida o sin mucho cuidado físico personal, ahí están tratando de repelerlo con miradas frías y críticas a sus espaldas. Me cago en el estomago de los pobres que discriminan pobres y más cuando son hipócritas. La discriminación es algo feo y serio, pero se vuelve algo tonto y burlesco cuando la comete un semejante. Esos mismos semejantes que andan de aquí para alla, recargando sus dos "coras" de saldo a su Black Berry de 20 dolares; o que usan camisas "Lacoste" de 3 dolares; o que presume que tiene internet de 1 MB en su casa; o que presumen que viaja en buses de 2 dolares cuando va al interior del país.
Felíz fin de semana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Probablemente su opinión no me importe, pero es libre de hacerla.