29.12.11

Educación

Hoy que venía en el bus¹, desde la universidad hacía mi casa, venía hablando con un señor mayor, apróximadamente de unos 70 años le calculé. La conversación surgió a partir de que dos jovenes se subieron a pedir dinero al bus, pero quizá eran inexpertos o andaban tan intoxicados que no se dieron cuenta que lo hicieron exactamente en un cruce de calles bien transitado donde siempre hay polícia  de transito. Algunas personas por miedo les dieron unas cuantas monedas, yo ya tengo casi cinco años viajando a esa hora por esa ruta por lo que esa clase de eventos me resultan indiferentes; pero los jovenes no habían ni terminado de recorrer el autobus de adelante hacía atras, cuando un agente policial ya estaba arriba del bus dirigiendose directamente hacía ellos. Los dos se hicieron pasar por pasajeros, uno hasta le dijo al motorista "aquí me bajo" para que le habriera la puerta, el otro se sentó en un asiento e intento disimular. Eso me recordó el hecho de que los drogadictos siempre se creen más listos que las demás personas, creén que pueden engañar facilmente a los que no son drogadictos. Ante tal situación, por supuesto que el agente continuó su camino hacía ellos y a uno por uno les solicitó que se bajarán, mientras que abajo del autobus esperaba una agente policial. El bus ya se retiraba, pero alcancé a ver como les separaban las piernas y los revisaban en busca de tatuajes, armas y droga.

Pero de lo que quiero hablar en este artículo no es sobre eso, sino que eso solo fue la razón por la cual me vine conversando con Don Ismael, un septuagenario que conoce cuál es el rumbo que tiene que tomar la juventud de hoy en día.

Don Ismael, proviene de una família de nueve hermanos. Dicho señor se levantaba a las 4 de la mañana e iba junto con sus hermanos a traer leña y fruta a la finca, la cual su mamá se las pedía y a las 7:30 ya estaban sentados en la escuela; es decír, ya sudados y totalmente despiertos empezaba su faena mental. Las clases terminaban a las once y media, pero a la una y media debían regresar otra vez a la escuela hasta las cuatro de la tarde, y era hasta entoncés cuando regresaban a sus hogares a descansar unos momentos. La madre de don Ismael, le decía a él y a sus hermános que ellos tenían que decidir si querian dedicarse a estudiar o a trabajar, pero deberían de aprender un oficio primero. Les era muy clara en ese aspecto, les decía que élla no sería eterna y que tenían que aprender a valerse por sí mismos.

En la actualidad, si se llegara a hablar de jornadas educativas de ocho horas y la enseñanza de un oficio en las escuelas, inmediatamente pondrían un grito en el cielo diferentes sectores de la sociedad. La escuela de 8 horas es parte de la solución para los problemas de El Salvador, pero la mayoría estámos atrofiados mentalmente, que con una jornada de 4 horas ya nos sentímos fátigados y con ganas de que ya sea viernes.


Escuchemos a nuestros ancianos.


El sistema educativo salvadoreño de hace más de 30 años era soberbio, equiparable con el de los países económicamente más desarrollado. Los profesores se empeñaban en que cada uno de sus alumnos aprendiera, no a que pasara de grado. Me relató don Ismael que en una ocasión el no quería ir a estudiar porque había exámen y él no había estudiado, entoncés la maestra mandó a dos alumnos a traerlo a la fuerza a su casa y que élla estaba decidida a no realizar la prueba hasta que el joven Ismael llegara a sentarse a su pupitre no importando cuando tardara. Ese compromiso de educadores hace falta, hoy en día se escuchan casos de algunos profesores que les enseñan vicios malos a sus alumnos y acosan a sus alumnas. Antes no existían computadoras ni calculadoras, y a los alumnos les exígian que escribieran con letra de carta o cursiva como le conocen algunos, hoy todas las cuentas las hacemos en una máquina, las investigaciones las buscamos en una máquina y la letra la intentámos hacer como si fuera la de una máquina. Eso no es malo, en la medida que se sepan hacer las cosas manualmente y buscando en libros, lastima que hoy a casi nadie le agradan los libros.


Estoy seguro que hay muchas personas como don Ismael, que saben lo que es fajarse a la manera más dura la educación, ya que  considero que solo así es como se aprecia ésta y se le valora como se le hacía hace muchos años.


¹: escribí éste borrador hace dos meses.

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