22.12.17

Madurez y responsabilidad

En los países occidentales, a un joven se le considera como un individuo independiente a partir de los 18 años. Es entonces cuando le toca salir con una sutil patada en el culo de casa de sus padres y empezar a arreglárselas por cuenta propia, por supuesto, esos lugares tienen todas las condiciones adecuadas para dicho proceso. Como lo dije, eso es en occidente; pero El Salvador, mis estimados, no es occidente. Yo puedo contar con los dedos de una mano y me sobran, a las personas que en verdad les ha tocado así. Razones por las que no sucede lo mismo acá pueden ser desde culturales hasta económicas. No diré que lo considero patético porque entonces tendría que hacerlo con la que fue mi situación, pero no deja de ser antinatural ser un adulto mantenido.

Después de esta breve introducción en la que de corazón, espero no haber crispado a nadie, les quiero contar mi experiencia. Desde que me gradué, me tomó exactamente tres meses conseguir empleo, a esta altura mi papá ya había muerto y solo vivía en base a mis ahorros. Por providencia divina conseguí empleo cuando este empezó a escasear. De ese entonces a la fecha me he topado con una realidad, de la que soy testigo no todos la tienen y envidio a estos. Mi salario no es mío. Envidio a todos mis amigos, que cuando salen de la universidad, trabajan y siguen siendo mantenidos, porque eso quiere decir que el 100% de su salario es para lo que ellos quieran gastar. No pagan ningún servicio básico, alquiler y ni por la comida de su casa. Pues a mí me tocó inmediatamente hacerme cargo de todos los gastos de mi casa y si bien vivo con mi mamá, pero soy el sostén del hogar, por lo que nunca pude saber qué se siente disfrutar de un salario para mis propios gustos. Envidio a los que tienen su salario integro para comprar lo que ellos quieran, aunque déjenme decirles que eso no durará toda la vida, porque tarde o temprano las responsabilidades nos alcanzan y todo esa felicidad se acaba. A mí me alcanzó recién me gradúe y ahora estoy en un punto que todos alcanzamos en el cual por muy cansado que uno esté o desilusionado, sabe que no queda de otra que levantarse en la mañana y salir a trabajar porque si no, no se come. 

Ya me alineé. Me alineé a esa fila de hombres tristes que vagan en la vida con ningún otro sentido que trabajar para subsistir porque entiende que no hay nadie más por uno. La madurez a mí ya me alcanzó y lo que yo recomiendo es que se dejen alcanzar lo más pronto posible, no dilaten ese proceso que les será cada vez más complicado.