6.9.14

Borrador 4


26 de enero de 2 012

     Por instinto, las personas nunca hemos estado  conformes con lo que tenémos, siempre queremos más en cantidad y calidad. Eso está bien. En la cultura salvadoreña y probablemente en el resto de latinoamérica es igual, la gente que trabaja por conseguir comodidades y lujos es duramente criticada por los que no tienen esa posibilidad; la razón es por la enorme desigualdad que existe acá. Accesorios y la forma de vivir en general de una familia de clase media en un país desarrollado, es acá la forma de vivir de los ricos, es por eso que las cosas que deberían ser normales, acá son un lujo y a las personas que tienen eso, siempre hay alguien que lo mira de mal manera.


     Pero igual, por la misma desigualdad social, muchas veces se tienen cosas lujosas (o normales, como ya lo expliqué) que son fruto de dinero mal habido. Probablemente el enriquecimiento ilicito sea uno de los delitos de cuello blanco más recurrentes en este país, y es por ello que es valido desconfiar de los lujos que tienen las personas de la vida publica. Es probable que ese carro que anda la esposa del ministro X, haya sido comprado con el dinero de las medicinas que necesita su esposa para esa enfermedad cardiaca; es probable que el hijo de ese otro ministro, haya ido a estudiar a Harvard con el dinero que se necesitada para becas en la Universidad de El Salvador; es probable que esas camionetas blindadas de la presidencia, sean la razón del por qué los policias de su municipio no tengan para la gasolina de la patrulla.